Han sido una de las grandes revoluciones dentro del mundo del almacenamiento, tanto a nivel profesional como de consumo general, pero los SSD no están exentos de problemas.
Su evolución ha sido vertiginosa y han pasado de ser una solución limitada y poco accesible a generalizarse y abrirse a todos los mercados, pero dentro de esa evolución encontramos precisamente una nueva complicación.
Los SSD se están volviendo demasiado rápidos, y lo están consiguiendo demasiado pronto, sin dar tiempo a las interfaces actuales para que mejoren y se adapten adecuadamente a las prestaciones que ofrecen los nuevos “monstruos de la memoria flash”.
Un ejemplo claro lo tenemos en la serie de SSD Intel 750, llegando a un punto en el que ni siquiera los puertos PCI-E son suficientes en lo que a ancho de banda se refiere, lo que se traduce en cuellos de botella que pueden afectar incluso a placas base basadas en el chipset X99 si utilizamos configuraciones multi-GPU.
Sí, el problema es especialmente evidente cuando utilizamos dos o más GPUs junto a un SSD de alto rendimiento colocado en un slot PCI-E 4x, algo que no tendrá una solución real hasta la llegada del estándar PCI-E 4.0 en 2016, una fecha cercana aunque su adopción será progresiva, con todo lo que ello supone.
Más información ⇒ DvHardware.
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