En los esfuerzos por hacer desaparecer el cableado físico a nuestro alrededor, ya sea con conectividad inalámbrica de corta distancia - WiFi, Bluetooth -, o con teléfonos móviles y satélites, no debemos olvidarnos de que los cables están muy presentes en nuestras comunicaciones, son demasiado necesarios. ¿Dónde están? Pues la mayoría nos ayudan a transportar datos entre continentes, surcando el fondo marino.
Las llamadas internacionales, mensajes que mandamos, y transmisiones que se realizan en Internet, corren por esos cables submarinos que tenemos poco presentes, ya que no están a la vista, ni suelen ser noticia. El 99% de las comunicaciones transoceánicas se realizan por ahí, consiguiendo una velocidad hasta ocho veces superior a la que se espera con la red de satélites.
No, la mayoría de las comunicaciones con el punto más alejado del planeta no se realizan por satélite, salen desde la playa.
Prácticamente todos los continentes e islas importantes están comunicados mediante la infraestructura de redes submarinas, conectando a las diferentes economías del planeta. Si nadie lo ha solucionado en las últimas semanas, deberíamos dejar fuera del juego a la Antártida.
Le ganó el pulso al satélite
Por moderna que nos parezca la comunicación vía satélite, los cables submarinos empezaron a ganarle el partido con la aparición de la fibra óptica. Las nuevas tecnologías de cableado permitían transmitir grandes cantidades de datos con una latencia muy baja.También debemos de tener en cuenta el recorrido total a realizar por parte de los datos. La circunferencia mide alrededor de 40.000 kilómetros, y la distancia entre dos puntos que necesitan estar bien comunicados como Japón y Estados Unidos es de unos 9.000 kilómetros. Cubrir ese tramo con cable de fibra resulta siempre un recorrido más corto que la distancia hasta un satélite, que suele estar por encima de los 36.000 kilómetros (la información tiene que subir y bajar, es el doble de recorrido).
Otro aspecto en el que el cable se muestra como una solución más interesante tiene que ver con con la resistencia ante inclemencias meteorológicas. Al satélite le puede molestar un tifón, incluso la lluvia, mientras que el cable descansa “tranquilo” en el fondo marino, y se posiciona como una infraestructura más fiable y rápida.
150 años bajo el mar
Nos tenemos que remontar a 1866 para conocer al primer cable transatlántico. Cables telegráficos que duraron entre 60 y 70 años en funcionamiento hasta que llegó el cable telefónico (1956). El siguiente cambio importante llegó en los ochenta con el despliegue de la fibra óptica.Os recomiendo pasaros por la web de Telegeography, tienen un mapa interactivo en el que podemos ver los cables que hay en el planetas (actualizados a 2015).
El proceso de colocar los cables no ha cambiado demasiado en estos 150 años, barcos que atraviesan el mar lentamente desenrollando el cableado hasta que descanse en el fondo. Obviamente los cables ahora son más delgados y manejables, y existe tecnología para poder hacerlo todo con mayores garantías, incluso se puede jugar con enterrar los cables.También os invito a pasar por el mapa que ha construido la gente de builtvisible. Podemos movernos de 1984 hasta el año 2017, viendo cómo cambia el cableado, seleccionado empresas, etc.
Si la profundidad es inferior a 1.000 metros, el cable se suele enterrar en las zonas con poca profundidad deben tener cuidado con el contacto con barcos, también con el ecosistema que allí vive: lugares donde descansan los peces, arrecifes de coral. Los cables en estas zonas, enterrados o no, suelen ser de mayor diámetro, para resistir en caso de que algún elemento móvil choque con ellos.
Os preguntaréis cómo entierran esos cables, pues con una especie de arado del fondo marítimo. Una parte funciona como una azada que crea el surco donde va a descansar el cable, luego la propia corriente marítima se encarga de taparlo.
A 8.000 metros de profundidad
Las complicaciones llegaron con la profundidad. En el fondo marino nos encontramos con lo mismo que en la superficie: montañas y profundidades, en definitiva, zonas complicadas, en condiciones muy diferentes de trabajo. Por esto debe haber una exploración previa para decidir la ruta, utilizando tecnologías muy sofisticadas.
16 kilómetros de cable mientras consiguen depositarlo en el fondo.
En realidad el cable debe ser bastante más largo que esa profundidad en el momento de su colocación, ya que el barco está en movimiento soltando cable, y el ángulo que forma con el mayor punto de profundidad hace que el cable llegue a medir 16 kilómetros.
Desplegar un cable de Japón a Estados Unidos toma varios meses, si tenemos en cuenta todo el proceso de exploración nos vamos por encima de los dos años.
Los cables que descansan en la orilla o cercanos a ellos están más protegidos
Los enemigos de los cables
Arreglar un cable que está en esas profundidades no es nada sencillo, no se puede bajar a arreglarlo allí, sino que se sube a la superficie el trozo a reparar. Se realiza con una especie de garfio, y en zona seca se trabaja en unir o solucionar el daño, en un proceso muy costoso en tiempo - una semana - y dinero, ya que no hay demasiados barcos que realicen este trabajo.
Cada año se producen entre 100 y 150 cortes de cables submarinos
Entre los culpables tenemos los accidentes medioambientales, anclas de barcos, o incluso peces. La fauna marina puede comerse el recubrimiento - tiburones -, atraídos por los campos magnéticos. Afortunadamente los nuevos diseños de cables contemplan este problema.Los casos mas complicados conocidos tienen relación con terremotos. En 2006 uno con magnitud 7.0 rompió ocho cables en la zona de Taiwán, afectando gravemente a las comunicaciones en China. Un total de once barcos estuvieron 49 días trabajando en la reparación.
Hablando de terremotos, se están incorporando sistemas de reconocimiento de movimientos en el fondo oceánico, que puedan derivar en algo más complicado.
Teniendo en cuenta que allí se originan, y la velocidad con la que el cable puede avisar de lo que acontece, pueden darnos un margen de maniobra muy grande para prevenir situaciones en las ciudades.
Los robos no son una causa importante de mal funcionamiento de una red de comunicaciones tan estratégica - menos con el cambio a la fibra -, pero la realidad es que los países tampoco protegen especialmente los cables.
¿Cómo es el cable?
Podemos pensar que esos cables son increíblemente gruesos, pero no, tienen más o menos el tamaño de un brazo humano. No hace falta mucho más espacio para proponer una protección para los cables de fibra óptica, que podemos ver en dos formatos en la siguiente imagen.El blanco - 17 milímetros de ancho - está destinado a zonas profundas, el negro, para zonas más cercanas a la orilla, y está protegido con acero. No encuentro una mejor forma de mostrar cómo es por dentro, y su protección que con la siguiente imagen:
2 - Cinta tipo Mylar
3 - Cables Trenzados de acero
4 - Aluminio que sirve como barrera contra el agua
5 - Policarbonato
6 - Tubo de aluminio o cobre
7 - Un protector para el agua llamado Petroleum jelly (vaselina)
8 - La fibra óptica
¿Cuánta información se puede transmitir por el cable? Del orden de 3.840 gigabits por segundo, o lo que es lo mismo 102 discos DVD en ese corto periodo de tiempo, todo gracias a un hilo de fibra óptica. Si tenemos en cuenta que un cable hay ocho pares de hilos de fibra, nos podemos ir a 1.700 discos DVD por segundo, por encima de los 60 terabits.
Si parece que hay nivel de sobra para soportar las necesidades de la red de redes, decir que no se trata de una tecnología estancada, hay un futuro prometedor para la fibra óptica. Pero tampoco se libra de problemas de seguridad, podéis ampliar información en este artículo de The Atlantic.
Nuevas inversiones
Según datos de TeleGeography, la nueva red de cables se ha visto incrementada en un 44% de 2013 a 2014, con un ancho de banda de 65 terabits por segundo. Es especialmente relevante la creación de cables “privados”, la mitad de ellos crean rutas para las grandes compañías de tecnología.
Consiguen mejores precios así que tirando de la infraestructuras de empresas especializadas en telecomunicaciones. Esas redes privadas crecieron un 66% entre 2009 y 2014, comparado com la expansión de las “públicas” que lo hicieron en un 42%.
No paran de llegar inversiones importantes de grandes compañías en los últimos años. Google invirtió 300 millones de dólares en cables en el pacífico - también invierte en unir Brasil con Estados Unidos -, Facebook hizo lo propio en la misma zona.
Recientemente os informamos sobre los movimientos de Microsoft, que incluso se quiere llevar los centros de datos bajo el mar: Project Natick. En cuanto a los gobiernos, no parece fácil que se pongan de acuerdo en el uso, como es el caso de los Estados Unidos con la Unión Europea.
Saludos.
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