En informática, se denomina troyano o caballo de Troya (traducción literal del inglés Trojan horse) a un software malicioso que se presenta al usuario como un programa aparentemente legítimo e inofensivo pero al ejecutarlo ocasiona daños. El término troyano proviene de la historia del caballo de Troya mencionado en la Odisea de Homero.
Los troyanos pueden realizar diferentes tareas, pero, en la mayoría de los casos crean una puerta trasera (en inglés backdoor) que permite la administración remota a un usuario no autorizado.
Un troyano no es un virus informático, la principal diferencia es que los troyanos no propagan la infección a otros sistemas por si mismos.
Los troyanos se concibieron como una herramienta para causar el mayor daño posible en el equipo infectado. En los últimos años y gracias al mayor uso de Internet esta tendencia ha cambiado hacia el robo de datos bancarios o información personal.
Los troyanos están diseñados para permitir a un individuo el acceso remoto a un sistema. Una vez ejecutado el troyano, el individuo puede acceder al sistema de forma remota y realizar diferentes acciones sin necesitar permiso. Las acciones que el individuo puede realizar en el equipo remoto dependen de los privilegios que tenga el usuario en el ordenador remoto y de las características del troyano.
Algunas de las operaciones que se pueden llevar a cabo en el ordenador remoto son:
- Utilizar la máquina como parte de una botnet (por ejemplo para realizar ataques de denegación de servicio o envío de spam).
- Instalación de otros programas (incluyendo otros programas maliciosos).
- Robo de información personal: información bancaria, contraseñas, códigos de seguridad.
- Borrado, modificación o transferencia de archivos (descarga o subida).
- Ejecutar o terminar procesos.
- Apagar o reiniciar el equipo.
- Monitorizar las pulsaciones del teclado.
- Realizar capturas de pantalla.
- Ocupar el espacio libre del disco duro con archivos inútiles.
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