Mejorar el rendimiento de un ordenador portátil sin tener que gastar dinero puede parecer complicado, pero la verdad es que tenemos muchas opciones y algunas de ellas son tan fáciles de aplicar que incluso los usuarios menos expertos podrán aprovecharlas sin problema.
Si eres de los que utiliza el portátil para jugar y está intentando estirar al máximo su vida útil para alargar el ciclo de renovación esta guía te interesa, ya que os vamos a ofrecer una serie de consejos que os ayudarán a mejorar el rendimiento de vuestro portátil.
Vamos a empezar con los consejos más sencillos que sólo implican hacer algunos ajustes y cambios simples a nivel de sistema operativo, y seguiremos con otros que requieren un poco más de esfuerzo y que pueden implicar un cierto riesgo si no se ejecutan correctamente.
Vamos a comenzar, para cualquier duda podéis dejarla en los comentarios.
Consejos básicos y seguros para mejorar el rendimiento
En esta categoría agrupamos aquellos pasos que no implican ningún tipo de riesgo y que pueden ayudarnos a mejorar el rendimiento de nuestro portátil en juegos. Es importante tener en cuenta que si los aplicamos de forma conjunta los resultados pueden ser bastante buenos, pero si nuestro equipo no cumple al menos con los requisitos mínimos del juego no debemos esperar ningún milagro.
1.Crea un plan de energía personalizado para juegos
La batería y la autonomía son dos piezas clave que afectan no sólo al tiempo que podemos utilizar un portátil sin tener que conectarlo a un enchufe, sino que además pueden tener un gran impacto en el rendimiento del equipo.
Si utilizamos un plan de energía de bajo consumo o uno de consumo equilibrado estaremos limitando el rendimiento de los componentes (CPU y GPU) incluida, y esto se notará en el rendimiento que tendremos al utilizar un juego.
Utilizar un plan de energía personalizado que priorice el rendimiento sobre el consumo (máximo rendimiento) puede ayudarnos a mejorar el rendimiento del portátil en juegos. A continuación os damos los pasos necesarios para crear un plan personalizado con Windows 10:
- En la búsqueda de Cortana introducimos “Configuración”. Entramos y seguimos la ruta “Sistema > Inicio/Apagado y Suspensión”.
- En la parte de la derecha seleccionamos el enlace que dice “Configuración Adicional de Energía”.
- Una vez dentro nos vamos a la parte izquierda y seleccionamos la opción “Crear un Plan de Energía”.
- Elegimos el modelo de inicio entre las opciones que nos aparecen (“Equilibrado”, “Economizador” o “Alto Rendimiento”) e introducimos un nombre.
- Hacemos clic en siguiente y ya podremos entrar de lleno en la configuración de una serie de opciones diversas, entre las que se incluyen el apagado de la pantalla y el inicio de la suspensión.
- Si queremos cambiar los ajustes avanzados del plan de energía que hemos creado sólo tenemos que entrar en “Opciones de Energía” > “Cambiar Configuración del Plan” > “Cambiar la Configuración Avanzada de Energía”.
Como su propio nombre indica realiza un arranque del sistema reduciendo las aplicaciones y programas en segundo plano. Esto nos ayuda a reducir el consumo de recursos y puede ayudarnos a recuperar algo de memoria RAM y de rendimiento a nivel CPU por esa menor carga que soporta el sistema al reducirse las aplicaciones “durmientes”.
Los arranques limpios pueden ofrecer una mejora de rendimiento notable sobre todo en casos en los que tenemos la cantidad de memoria RAM justa que requiere como mínimo un juego para funcionar.
Para hacer un arranque limpio en Windows 10 debemos seguir los siguientes pasos:
- Entramos en la búsqueda de Cortana e introducimos “msconfig”.
- Elegimos el resultado “Configuración del Sistema”.
- En la pestaña “Servicios” del cuadro de diálogo “Configuración del Sistema” activamos la opción “Ocultar todos los servicios de Microsoft”. A continuación continuación hacemos clic en “Deshabilitar Todo”.
- Ahora en la pestaña “Inicio” del cuadro de diálogo “Configuración del Sistema” hacemos clic en “Abrir el Administrador de Tareas”.
- En la pestaña “Inicio” del “Administrador de Tareas” seleccionamos todos los elemento de inicio y hacemos clic en “Desactivar”.
- Cerramos el “Administrador de Tareas” y volvemos a la pestaña “Inicio” del cuadro de diálogo “Configuración del Sistema”, hacemos clic en “Aceptar” y reiniciamos el sistema.
Es un paso simple pero puede ser muy importante. Es recomendable hacer análisis tanto de malware como del estado del sistema, en los que deberemos monitorizar las temperaturas de trabajo para identificar posibles problemas de pérdidas de rendimiento por exceso de calor y también el estado de los componentes.
La desfragmentación de los discos duros que utilicemos puede ayudar a mejorar el rendimiento en general. No nos dará más fotogramas por segundo en juegos, pero puede ser útil para reducir los tiempos de carga y mejorar la respuesta general del sistema. Windows 10 cuenta con una herramienta integrada muy fácil de utilizar:
Para utilizarla sólo debemos introducir “Desfragmentar y optimizar unidades” en el cuadro de búsqueda de Cortana y seleccionar el primer resultado. Nos aparecerá una ventana con diferentes opciones entre las que podremos elegir si llevar a cabo una optimización manual o fijar un programa de optimización periódico que se llevará a cabo de forma automática.
Es muy sencillo de utilizar y podéis cambiar la configuración en cualquier momento, así que no dudéis en aprovecharlo de la manera que os resulte más cómodo.
4.Mantén el equipo actualizado y en buen estado
Este punto tiene dos grandes claves. Por un lado hablamos de las actualizaciones y nos referimos a ellas en sentido amplio. Aunque es cierto que el hardware relativamente antiguo ya no se beneficia en gran medida de las actualizaciones de software éstas pueden traer pequeñas correcciones de errores o introducir mejoras a nivel de compatibilidad que nos acaben beneficiando de una forma u otra.
Por otro lado las actualizaciones a nivel de sistema operativo ofrecen una capa extra de protección y contribuyen a mantener el sistema seguro y a reducir el riesgo de sufrir ataques e infecciones por malware, dos elementos que pueden acabar teniendo un impacto negativo en el rendimiento.
Finalmente hemos hablado de mantener el equipo en buen estado, y con esto nos referimos al sistema operativo. Si hemos sufrido infecciones de malware, hemos trasteado con el sistema de una manera inapropiada y hemos hecho numerosos cambios es posible que el sistema operativo se haya visto afectado y que no rinda como es debido.
En esos casos hacer una instalación limpia del sistema operativo es la mejor opción, ya que nos permitirá volver a disfrutar de esa mejora de rendimiento que sólo se consigue con un sistema operativo fresco y en buen estado.
Consejos avanzados para mejorar el rendimiento
En este punto entran aquellos que pueden suponer un riesgo para el equipo, pero que pueden tener también un gran impacto y mejorar el rendimiento de forma considerable. Si optas por ellos debes ser consciente del riesgo que implican, y de que cuando hablamos de ordenadores portátiles lo mejor es dejarlos como último recurso.
1.Haz overclock a los componentes
Cuando hablamos de un PC de sobremesa el overclock es una opción menos peligrosa por las diferencias de tamaño y de disipación térmica que existen. En un portátil se utilizan sistemas de refrigeración limitados y no siempre es posible subir las frecuencias de trabajo de todos los componentes.
El overclock implica como dijimos subir la velocidad de trabajo (MHz) de componentes como la CPU (procesador) y la GPU (tarjeta gráfica). En algunos casos puede ayudarnos a arañar unos pocos fotogramas por segundo y a conseguir una media más estable, pero con ello elevaremos el consumo de los componentes y las temperaturas de trabajo.
Si no nos mantenemos en niveles seguros esto puede acabar afectando a la vida útil de los componentes y del portátil, así que lo mejor cuando hacemos overclock es ir siempre poco a poco: hacemos un pequeño aumento, comprobamos estabilidad y temperaturas. Si todo funciona y está dentro de los valores normales podemos repetir la operación hasta que tengamos problemas de inestabilidad o temperaturas anormales (demasiado altas).
2.Haz una limpieza interna
Como dijimos en el apartado anterior los portátiles tienen limitaciones claras en lo que respecta a la refrigeración interna por cuestiones de espacio. A esto debemos unir que con el paso del tiempo y el uso suelen acumular polvo y suciedad en su interior, algo que puede acabar siendo problemático.
Un exceso de suciedad puede reducir la efectividad del sistema de disipación, disparar las temperaturas de trabajo y reducir el rendimiento de componentes tan básicos como la CPU y la GPU.
Abrir el portátil y realizar una limpieza exhaustiva puede ser tan beneficioso para el equipo que en algunos casos equivale casi a darle una segunda vida.
Es evidente no todos los portátiles se pueden abrir y que esto implica un riesgo evidente, así que tenedlo presente antes de intentarlo. Una vez que abrimos el equipo podemos proceder a cambiar la pasta térmica de la CPU y la GPU, ya que también puede marcar una diferencia importante si nuestro equipo tiene más de cinco años.
Saludos.
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